Convivir con la familia
Compartir un mismo hogar con la familia puede ser difícil por muchos motivos y es una de las situaciones más habituales para consultar por psicoterapia. La historia personal y familiar a veces presenta diversas cuestiones que hacen compleja esta experiencia de convivir con los cercanos. Es decir, se involucran sentimientos encontrados, expectativas y presiones, rencores, diferencias generacionales o evoluciones propias del ciclo de la vida. Además, la cotidianeidad presenta cosas muy prácticas que pueden generar choques e incomodidades constantes. Los problemas de comunicación que surgen de esto pueden llegar a ser extenuantes. Es probable que esto afecte significativamente en el ánimo diario, a modo de estrés, abatimiento, ansiedad, depresión, etc. Junto con esto, muchas veces se percibe un triste deterioro en las relaciones y una tensión general en el clima del hogar.
«Siento que no tengo mi espacio, a veces me siento asfixiado donde estoy» «Con mi familia ya no podemos conversar nada sin ponernos a pelear» «La pandemia ha hecho que estemos 24/7 en la casa y las cosas han funcionado pésimo» «No sabía que vivir con niños chicos era tan así» «Tengo una presión muy fuerte con la exigencia de mis papás» «Sucede que mis padres toman mucho, me carga verlos así y no sé cómo ayudarlos» «Estoy cansado de cargar con cosas que no me corresponden en mi familia» «Por temas económicos tuve que volver a la casa de mi familia y ya no estaba acostumbrada» «Mi hermano ha tenido un trastorno mental grave por muchos años, es muy complicado y desgastador lidiar con eso» «Tenemos costumbres muy distintas, es casi imposible ponernos de acuerdo en las cosas cotidianas» «Mis hijos han crecido y cambiado mucho, ya no sé bien cómo tratarlos»
Hay quienes se ven aún en la necesidad de tener que continuar viviendo en la casa familiar, ya sea por edad, motivos económicos o roles asignados. Otras veces, se dan las condiciones para irse, pero cosas más profundas e intangibles como temores o culpas, atan aún a quedarse. En medio de todas estas circunstancias, muchos pacientes llegan buscando alivio para hablar libremente sobre cosas que no se pueden plantear tan fácilmente con la familia o solicitando orientación para sus decisiones y saber cómo posicionarse ante esto.
Y así, un sinfín de situaciones pueden provocar un ambiente permanentemente tenso y generar malestar individual. En ocasiones, esto genera la experiencia de tener pensamientos desordenados, ahogo por cosas difíciles de decir o una sensación ambigua de no saber bien cómo se ha llegado a vivir de tal manera. Es común que pase mucho tiempo antes de consultar, pues hay situaciones familiares que suelen arrastrarse por años o toda una vida. Por lo mismo, a veces no es fácil hacer que los diálogos en el hogar lleguen a buen puerto o tener la claridad y valor para generar cambios o tomar ciertas decisiones. Así, el espacio terapéutico puede brindar un marco de compañía y amplitud de perspectivas en esta vivencia.