Exploración en la “Adultez emergente”: Hacia un proyecto de vida propio
Tras cumplir 18 y a lo largo de la década de los 20 años suele aparecer un período repleto de grandes cambios y decisiones importantes para la propia vida. Son años de encontrarse con muchísimas preguntas respecto a qué rumbos tomar, junto a la profunda búsqueda por construir un proyecto de vida propio. Habitualmente, este tiempo abre cuestiones fundamentales en torno a rubros de estudio o trabajo, roles en el amor y sexualidad, antiguas y nuevas amistades, asuntos económicos, diálogos con la familia de origen, ideologías políticas, adaptación a nuevos contextos, etc.
En este marco, una apreciación general es sentir que la adolescencia se ha dejado atrás -al finalizar el ciclo escolar-, pero que no se ha introducido por completo en la adultez. Incluso a pesar de que, en nuestro país, formalmente cumplir 18 significa “ser adulto”. Más bien, es frecuente encontrarse titubeando entre la dependencia e independencia. En cierto sentido, con un despliegue autónomo frente al mundo, pero por otro lado, sin una auto-suficiencia total ni compromisos de vida tan permanentes.
Según las perspectivas actualizadas sobre el ciclo vital, esta etapa podría ser llamada “Adultez Emergente”. Y, justamente, estaría caracterizada por ser una fase exploratoria y un peculiarespacio “entre” la adolescencia y la adultez, como una etapa distinta a ambas. Aquella refiere un fenómeno cultural propio de sociedades industrializadas como Estados Unidos o Chile. Pues, a partir de los cambios sociodemográficos de las últimas décadas (mayor accesibilidad a la educación superior, postergación de hitos como el matrimonio e hijos, etc.), se permite esta etapa de exploración en los jóvenes. Ciertamente, el modo en que se da esta fase dependerá de factores referidos a las condiciones socio-económicas, familiares y motivos individuales. Sin embargo, la sensación subjetiva de estar en un terreno movible, florido de transformaciones e interrogantes, es bastante frecuente y transversal a las personas.
Toda la gama de preguntas que emergen en esta etapa, pueden despertar gran motivación por forjar una dirección de vida satisfactoria. Es decir, aprovechar la fuerza de la progresiva libertad personal y dar cabida a los intereses más propios y genuinos, en medida de lo posible. Pero, al mismo tiempo, los cuestionamientos y transiciones en varias áreas de la vida pueden convertirse en un proceso abrumador o atemorizante.
Es común percibir este proceso como un sendero incierto y de mucho ensayo y error, donde a su vez se toman cada vez más responsabilidades y decisiones sustanciales. Dudas vocacionales, negociar con las expectativas de los padres, amor y desamor, dejar atrás lazos fuertes y espacios seguros, explorar nuevos ambientes, lidiar con factores como la contingencia social, el bombardeo de información e hiperconectividad, los estereotipos sociales, la falta de coordenadas claras… ¿Cómo transitar de forma serena por todo esto? Bueno, así es como para muchos/as todo esto evoca una compleja experiencia de abatimiento, ansiedad, ambigüedad o desorientación.
La experiencia clínica muestra que, por dicha vivencia, es que un gran número de personas llegan a consultar. Pues, los pacientes acuden desde su esperanza por aclarar ciertas ideas, aliviar la sobre-carga y abrir nuevos sentidos en torno a qué tipo de vida se quiere experimentar y cómo posicionarse frente al mundo. Así, el espacio psicoterapéutico precisamente puede resultar como un acompañamiento en las preguntas cruciales de esta fase.